
Luis decía que ciertas cosas le mataban la lujuria sin remedio. Como esa chica que puso las manos igual que un cachorro en dos patas, cuando estaba desnuda, sentada sobre él, y él la visualizó como un cerdito de la Granja de los Animales, de Orwell. Trató de explicarle que no era impotencia, aunque lo pareciera. Que los gramos de la nariz, que el whisky, que el ruido del telo, yo qué sé.
Son delicados los equilibrios también en eso.
Recuerdo uno con estrabismo que se mordía el labio de abajo mientras no cesaba de pedir un dedito. Era el mismo que no sabía tirar si le desordenabas la rutina y le ponías primero el cigarro y después el on the rocks. Y luego, tan tranquilo, se ponía su polera de Niezsche.
Se ve que hay autores que van mal en la cama.
Son delicados los equilibrios también en eso.
Recuerdo uno con estrabismo que se mordía el labio de abajo mientras no cesaba de pedir un dedito. Era el mismo que no sabía tirar si le desordenabas la rutina y le ponías primero el cigarro y después el on the rocks. Y luego, tan tranquilo, se ponía su polera de Niezsche.
Se ve que hay autores que van mal en la cama.
1 comentario:
Por eso es mejor gozar solo con sus obras,ja
Bechio
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